Bienvenido al Nuevo Orden Mundial: la Republica Popular China

China, la nueva gran potencia del mundo, es la punta de lanza del Nuevo Orden. Una sociedad controlada por una elite (el Partido) sin elecciones, sin democracia, un país con un 80% de pobres sometidos a los dictámenes de las clases dirigentes. China es un ejemplo de futuro para todo el planeta, y así lo ha dicho George Soros quien prometió que China habrá de suplantar a Estados Unidos a futuro y será el líder del Nuevo Orden Mundial.

En este Brave New World, lo que prima es la codicia y la inmoralidad. No hay respeto por los derechos humanos y se explota a los trabajadores hasta las últimas consecuencias. Con las noticias sobre los abusos Chinos se podrían hacer 200 post. Aquí al menos se presentan dos ejemplos, de cómo la codicia y la opresión atenazan al ciudadano chino.

La codicia que impulsa lo ‘Made in China’

China es un ejemplo en el que un objetivo político nacional se ha establecido para el beneficio de una dictadura, utilizando medios desleales de competencia, así como la explotación de una cantidad masiva de mano de obra. Mientras occidente mira para otro lado, en el gigante asiático se utilizan medios desleales de competencia, así como la explotación de una cantidad masiva de personas para el beneficio de una dictadura

“La llave se rompió en mi mano. No le hice casi ninguna fuerza. Se quebró en el medio la primera vez que la utilicé. Se suponía que iba a ser de acero de buena calidad, pero si yo hubiese aplicado más presión o hubiera estado trabajando en un lugar precario, habría sufrido lesiones. La llave de tuercas, una imitación de una llave de torsión patentada para todo uso, estaba hecha en China”.

“Utilicé un medidor de presión de neumáticos nuevo y no funcionó. Lo intenté de nuevo. Toda la parte superior de plástico cayó. La cambié y el medidor aún no funciona. Estaba hecho en China”. Dos ejemplos, en dos días, de materiales y mano de obra de mala calidad, exportados y puestos a la venta en los mercados de EE.UU.

Arriba: Muñecas con altos niveles de plomo e imanes, son parte de las 60 toneladas de juguetes chinos confiscados en Lima, en agosto del 2007. Las muñecas se vendían a los consumidores a un precio extremadamente bajo.

Un editor de la Revista Spokane, un periódico de gran circulación en Washington, se horrorizó por las violaciones de los derechos humanos en China. Aunque ambos dependen en gran medida de los ordenadores para su trabajo, tomaron la decisión de no comprar productos hechos en China.

Después de examinar todas las etiquetas de todo lo que compraron se dieron por vencidos. “Tuvimos que rendirnos. Hoy en día, no hay nada hecho para los ordenadores que no esté hecho en China”, me dijo el editor, mientras estábamos trabajando juntos.

¿Cómo lo hacen? ¿Cómo puede Ralph Lauren suministrar sandalias carísimas compradas a precios de saldo para que su marca gane mucho dinero, muchos más dólares que si el mismo artículo se hubiera “Hecho en EE.UU.”?

Algunas grandes estrellas y celebridades, que dan nombre a marcas de ropa, se han escandalizado por las revelaciones de que sus fábricas, en lugares como la India y Bangladesh, eran poco más que talleres donde los niños son explotados. Cada balón de fútbol de cuero está cosido por pequeñas manos en los callejones de Pakistán e India.

La explotación ha sido un dilema humano desde los albores del hombre. La esclavitud ha sido prohibida, pero otras formas de explotación siguen existiendo.

Heide B. Malhotra informó en su testimonio ante el Comité Económico Estados Unidos-China y la Comisión de Revisión de Seguridad que: “A fin de obtener una ventaja en el comercio, China obliga a las compañías extranjeras a abandonar sus tecnologías, se dedica a la manipulación monetaria y la guerra cibernética, y participa activamente en robos de derechos de propiedad intelectual y de patentes, así como un montón de otras actividades que violan sus compromisos con la Organización Mundial del Comercio (OMC)”, informó Malhotra.

El artículo de primera página cita un Informe al Congreso, de mayo de 2009, del director de Inteligencia Nacional que dice que “la comunidad de contrainteligencia considera a la República Popular China como uno de los países más agresivos, que amenaza secretos militares, políticos y económicos de EE.UU., como también secretos y tecnologías comerciales de EE.UU.”

¿Por qué negociar con ellos? ¿Por qué comprar chatarra de fabricación china como herramientas inferiores y peligrosas, como la que se deshizo en mis manos? Por codicia. Pura y simple codicia humana. Si se ve bien y le cuesta 99 centavos de dólar al consumidor norteamericano, se va a vender. Los minoristas podrán venderlos y sus bajos precios superarán a su competencia.

Finalmente, no hay que culpar a los chinos. Ellos están haciendo lo que la dictadura dice. Eso es todo. Ellos harán cualquier cosa para mejorar su economía y poder militar y por lo tanto su influencia política. No hay tal cosa como los derechos civiles en China.

No hay nada que China no vaya a hacer para mejorar su comercio. Es más, no hay nada que China no pueda hacer. La pésima llave y el manómetro de presión defectuoso de los que me quejé me recordaron a los repuestos producidos en China que utiliza un fabricante de autos japoneses; son caídas menores dentro de un plan maestro bien pensado. No hay más libros rojos. La cyber tecnología permite la manipulación financiera internacional. La economía china es alimentada por la codicia, y parece tener un suministro ilimitado.